La maestra llevaba trece años ejerciendo de profesora de primaria en un centro público de la isla. Era un contrato anual. Se le contrataba como profesora de religión católica y realizaba su trabajo en dos colegios. En el año 1996 obtuvo la declaración eclesiástica de idoneidad, que le permitía dar estas clases, según informa el Diario de Mallorca.
En el mes de octubre la mujer mantuvo una entrevista personal con el obispo de Menorca, monseñor Salvador Giménez. En la charla le reconoció que se había bautizado y congregaba en la iglesia evangélica. La mujer, a pesar de ello, continuó enseñando la asignatura de religión. Se comprometió a que no iba a realizar proselitismo de la religión evangelista.
Sin que ningún alumno se quejara del contenido de sus enseñanzas, sorpresivamente la profesora recibió un correo electrónico de un responsable del Obispado. Le anunciaba que se daba por finalizada su relación con la diócesis y, por tanto, también con el departamento de Educación, debido a que se había integrado a la iglesia evangélica. En la carta se señalaba que no se ponía en duda su capacidad de trabajo, pero se le recordaba que un requisito para dar clases de religión en un colegio público era pertenecer a la iglesia católica.
El propio obispo de Menorca comunicó que esta profesora debía ser despedida al no ser una persona apropiada para dar clases de religión. El departamento de Educación cuestionó esta orden del obispo porque no había acreditado que este cambio de religión hubiese afectado a su trabajo profesional. Al terminar el curso concluyó el contrato laboral que la administración mantenía con esta profesora.
Al principio de curso el Obispado de Menorca remitió una lista de candidatos a ser contratados para dar clases de religión en los colegios públicos. En esta lista no aparecía el nombre de la mujer. De hecho, se la sustituyó por otra profesora. AcontecerCristiano.Net
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