Mujer pierde ocho dedos de su mano por su fe en Jesús, pero gana a su familia para Cristo

Mujer cristiana hindú orando en iglesia
Mujer orando en iglesia en India - Imagen ilustrativa.

INDIA.- Una mujer comenzó a sufrir el rechazo de sus parientes, después que entregó su vida a Cristo, incluso perdió ocho dedos de la mano por no negar a Jesús. Su firmeza y su buen testimonio hicieron que su familia se convirtieran al cristianismo.

La historia es contada por un misionero que fue testigo de los hechos. La mujer, a quien llamaremos Andira, fue amenazada por su propio suegro por haber abandonado el hinduismo,

"Cuando ella se convirtió, su suegro quería poner sus manos dentro de aceite caliente. El hecho de haber aceptado a Jesucristo como Señor de su vida la hizo sufrir duras persecuciones dentro de su propia casa", dijo el misionero.

Su suegro le prohibía orar dentro de casa y le decía: "Tienes que rechazar a ese Dios". Pero ella siguió orando.

“Insatisfecho con la elección de la nuera, que dejó la idolatría a varios dioses hindúes para seguir al único y verdadero Dios, el suegro colocó las manos de la joven en aceite caliente. Nuestra hermana en Cristo perdió ocho dedos, pero siguió adorando a Dios. Ella no perdió la alegría de servir a Jesús”.

Después de este suceso, la mujer cristiana permaneció luchando por su familia, hasta que la obra de Dios fue realizada. “Su fidelidad al Evangelio y buen testimonio hicieron que su esposo e hijo también tomaran la decisión de seguir a Cristo y ser bautizados.

"Ella no se lamenta por haber perdido los dedos, pues tiene la certeza de que irá al cielo, a vivir una vida eterna", dice el misionero.

"Puedo perder toda mi mano, pero no puedo aceptar quedarme sin Dios", dijo Andira al misionero. Él resalta: "A causa de esa familia, los residentes de la aldea donde ellos viven, también comenzó a creer en Jesús. Ellos se han dedicado a compartir el Evangelio por todos los lugares por donde van. Hoy, su esposo es pastor y ha abierto seis iglesias", explica.

"Con toda la persecución que sufrimos, nos alentamos a ir y predicar el Evangelio. Las luchas son diarias. Nuestro medio de transporte, por ejemplo, es la moto y la bicicleta, porque por ahí las calles son desiguales y si usamos un carro es seguro que el neumático se perforará", dice la mujer, y añade: "Recorremos largas distancias para llegar a los pueblos y compartir el Evangelio". AcontecerCristiano.Net
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