36 personas son bautizadas en un culto con mil creyentes ex musulmanes en Filipinas

Bautismo de personas en Filipinas

Más de mil creyentes de origen musulmán asistieron a una reunión anual en el sur de Filipinas, donde 36 personas entregaron sus vidas a Jesús y fueron bautizadas.  

El encuentro se lleva a cabo anualmente y está organizado por socios locales de la misión Puertas Abiertas. Los cristianos de origen musulmán pasaron todo el día adorando y dando gracias a Cristo. La última reunión fue el primer evento a gran escala desde la pandemia.

“Cristo es verdaderamente el Dios verdadero. Ahora he decidido aceptar a Cristo en mi vida y ser bautizada esta tarde”, dijo Shara*, quien fue bautizada en la reunión.

A pesar de la pobreza y el alto costo para llegar al lugar del evento, los hermanos presentes en la ocasión se reunieron para compartir el costo del transporte.

Dado que la iglesia doméstica está compuesta por 100 miembros, que dieron su vida a Jesús durante la pandemia, se necesitaría un barco grande para transportar a todos. 

Sin embargo, su deseo de estar en comunión con otros cristianos que tienen la misma creencia fue tan grande que ahorraron su dinero y lograron llegar a su destino.

Los creyentes que asistieron al evento enfrentan muchos desafíos para tener la oportunidad de profesar su fe en un ambiente libre de presiones y aislamiento.

La similitud entre ellos ofrece una preciosa oportunidad para ser fortalecidos y alentados. Kalti*, el líder de la iglesia, expresó su satisfacción y dijo que están más animados a continuar su caminar con Cristo.

Gloria a Dios, a través de la reunión, nuestra fe se renovó”, dijo Kalti.

Entre los programas del evento, al encuentro también asistieron alrededor de 600 niños, que participaron de juegos y actividades de canto y otros permanecieron cerca de sus respectivas familias.

Se reunieron tres tribus musulmanas diferentes, y aunque cada una tenía su propio dialecto, cada tribu también contaba con un representante que encabezaba cantos en sus peculiares lenguas. Todos se reunieron y celebraron juntos, lo que resultó en una danza conjunta de acción de gracias. 

“Esto es lo que se siente ser hija de un rey”, compartió Maris, una nueva conversa.

“No me avergüenzo de danzar porque lo único que quiero es darle gloria y gracias a Cristo”, concluyó.

Los líderes de los diferentes grupos presentes reconocieron que el apoyo y las oraciones de los cristianos de todo el mundo contribuyeron a este glorioso resultado.

*Los nombres han sido cambiados para mantener la seguridad de los involucrados.
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