Ex drogadicta que vivía en las calles se gradúa en Misiones: “Dios restaura vidas”


La mujer estuvo involucrada en crímenes, pasó años en prisión y vivió 14 años en las calles  Hoy, a los 63 años, tiene la intención de llevar el Evangelio a los perdidos. "Si no fuera por el gran amor de Dios, todavía estaría en el pecado", dijo.

Silvia Regina, es una mujer que fue esclava de las drogas, estuvo inmersa en diferentes delitos, estuvo presa y vivió en las calles en barrio de Cracolândia, en el centro de São Paulo, Brasil. Pero su vida tuvo un giro radical al rendir su vida a Cristo y ha comenzado un nuevo capítulo en su historia al proponerse llevar el Evangelio a los perdidos, tal como ella fue alcanzada.

La mujer celebró su graduación en Misiones en el Centro Integrado de Educación y Misiones (CIEM), en Río de Janeiro.

“Quiero comunicar a todo Brasil: la bruja de Cracolandia en São Paulo ese día se graduará con un curso superior de formación misionera”, dijo el pastor Fernando Brandão, director ejecutivo de la Junta de Misiones Nacionales (JMN) durante la ceremonia de graduación de la Convención Bautista Brasileña.

“Es posible vencer porque Jesús transforma y hay esperanza en Cristo. Ella está dando testimonio al mundo que en Cristo Jesús es posible ir mucho más allá, porque Él es poderoso para hacer mucho más, más allá de lo que pedimos o pensamos”, agregó el pastor Brandão.

Silvia Regina tuvo una infancia normal, criada por una madre soltera que años después se involucró con un hombre. La historia de Silvia dio un giro diferente cuando tenía 9 años, cuando, un día, su padrastro llegó borracho a casa y agredió a su madre.

“Un día derribó a mi mamá y yo me lancé contra él. Estaba muy borracho y terminó cayendo. Iba a lastimarlo. Mi mente era infantil, pensé que mi mamá ya no me quería y salí a la calle”, relata Silvia a JMN.

En sus días en la calle, Silvia dice que se convirtió en “carterista”, entrenada por su propio padre. “Pasé de un mal padrastro a un peor padre. Me enojé con el mundo. No me gustaba nada ni nadie".

Silvia vivió en la delincuencia en las calles hasta los 18 años. En 1975, cuando acababa de concebir a su hija, fue detenida y recién salió de la cárcel a los 43 años. Fueron 25 años de cárcel. 

Cuando obtuvo la libertad, calló al fondo del pozo. “Me tiré al crack. Yo vivía el barrio de Cracolândia y me quedé allí durante 14 años de mi vida, usando crack, durmiendo en el suelo, me convertí en nada. Creo que era menos que basura”, recuerda.

Un día, la misionera Fernanda Toyonaga, que forma parte de un proyecto que rescata a drogadictos de las calles, se fijó en Silvia de lejos. “La gente le tenía miedo, pero yo hablaba como si hablara con cualquier otra persona”, dice Fernanda.

Silvia recuerda con emoción el acercamiento. “Llegó, me dio un abrazo y me dijo que Jesús me amaba. Después de que Fernanda me dio un abrazo, empezó a visitarme más a menudo”.

La insistencia de Fernanda en expresar el amor de Dios fue suficiente para convencer a Silvia de buscar tratamiento. “La gente pasa y no se da cuenta de que hay alguien que necesita ayuda”, dice la misionera. “Estas personas están perdidas y necesitan ser alcanzadas, y no podemos dejar pasar las oportunidades”.

Al contar su testimonio a la Iglesia Bautista de Bacacheri, en 2018, Silvia agradeció a Dios por el proceso de transformación en su vida. “Si no fuera por el gran amor de Dios, todavía estaría en pecado”, dijo.

“Dios restaura vidas. Me devolvió todo lo que era mío. Me devolvió a mi hija, mis nietos, mis dos hermanos”.
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