Ex recluso se encuentra con juez que lo condenó y testifica: "Me volví cristiano"

Juez se encuentra con preso que condenó

"Él sacó una Biblia. Y me dijo que gracias al tiempo que pasó en la cárcel, Dios tocó su corazón, se hizo evangélico y que ahora solo estaba haciendo el bien, predicando la Palabra de Dios", dijo el juez.

Se produjo un insólito encuentro entre un ex reo y el juez que lo condenó a 12 años de prisión. Un día de 2011, 19 años después del hecho, el juez Clovis, ya jubilado, tomó un taxi en Río de Janeiro, a 300 km de su juzgado, ubicado en el interior de Minas Gerais.

El conductor, que podía ser cualquiera entre los 41.000 taxistas que había en Río en ese momento, era precisamente el condenado a prisión por Clovis. Sin embargo, al subir al auto, el juez jubilado no se acordó del ex reo, entre muchos que ya había juzgado durante su magistratura de 25 años.

Durante el viaje, Clovis notó que el taxista lo miraba varias veces por el espejo retrovisor, pero no entendía por qué. “Vi que el conductor se veía muy inquieto. Miraba de un lado a otro en el espejo retrovisor”, dijo el juez.

En un momento, el taxista ajustó el espejo para poder ver bien a su pasajero y preguntó: “¿No es usted el Dr. Clovis?”. Y el juez respondió: "Lo siento amigo, no te reconozco".

Luego, el conductor que, aún después de casi 20 años, nunca ha olvidado su cara, el nombre del juez y cada detalle de la sentencia, explicó: “Tú, cuando estabas en el tribunal del jurado, me sentenciaste a 12 años, 4 meses y 20 días de cárcel”.

En ese momento, sorprendido por la revelación, Clovis tuvo mucho miedo de que el exprisionero se vengara de él. “Me congelé”, recordó. Tratando de cambiar de tema para calmar la situación, el juez comenzó a elogiar al ex reo: “Veo que debes haber cumplido [la condena] bien, estás recuperado, estás manejando tu taxi”.

Entonces el conductor se movió para sacar algo de la guantera. En ese momento, Clovis se asustó, pensando que sacaría un arma y lo mataría. Sin embargo, el juez quedó gratamente sorprendido:

Él sacó una Biblia. ¡Eso es una Biblia! Dijo que gracias al tiempo que estuvo en la cárcel, Dios le tocó el corazón, se hizo evangélico y que solo estaba haciendo el bien, predicando la Palabra de Dios”.

Al llegar a su destino final, el juez Clovis le dio al conductor cristiano una generosa propina y le deseó buena suerte en la vida. Pero, el ex-criminal no necesitaba suerte, ya había sido alcanzado por la gracia de Dios y transformado por Cristo a una nueva vida.
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